El hombre más rico del planeta ha intentado ser también el más poderoso en política con su irrupción al lado de Donald Trump. No han pasado ni cien días y Elon Musk está a punto de salir por la puerta falsa de la Casa Blanca. Así lo ha comentado el presidente de Estados Unidos a sus allegados, lo que ha sido recogido en los medios más influyentes, entre ellos Politico. Uno y otro se han dado cuenta de que su sobreexposición perjudica no solo a la imagen de Trump, sino también a las empresas de Musk, que han cerrado el primer trimestre con unas caídas del 13%. El millonario sudafricano seguirá apoyándole en todo, pero desde un segundo plano.

Musk ha tenido enfrentamientos con varios miembros del gabinete presidencial, del que no forma parte, aunque fue designado jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Se le ha visto en reuniones ejecutivas en el despacho oval, donde incluso ha tenido el atrevimiento de llevar a uno de sus hijos de corta edad. E incluso Trump le permitió hacer un spot de Tesla en los jardines de la Casa Blanca, cuando le cayeron las ventas. Pero el conflicto de intereses de sus actuaciones puede acabar llevándole a los tribunales, pues no se puede estar en el poder y en los negocios al mismo tiempo.
Musk repartió dinero para que votaran a su candidato al Supremo en Wisconsin y ni así ganó
Los recortes de Musk a las agencias gubernamentales –incluidas las que lo estaban investigando– están siendo frenados por los tribunales por la torpeza de los procedimientos. Trump firmó una orden en marzo en la que devaluaba la función del magnate, al traspasar la responsabilidad última al secretario del Gobierno.
El último fiasco ha sido la derrota del magistrado Brad Schimel, candidato republicano al Tribunal Supremo de Wisconsin, en que Musk se gastó 25 millones de dólares para la campaña y para premiar a los votantes, entre los que sorteó varios cheques de un millón. Ni así ganó, pues se impuso la jueza progresista Susan Crawford. Pero repartir dinero entre los electores es una forma de pervertir de la democracia y de pensar que el dinero lo compra todo. Su derrota es el triunfo de las reglas del juego limpio contra los tahúres del Misisipi. Una noticia que ha disgustado a Trump, a quien no le gusta perder en los casinos, ni en los despachos.